Prof. Claudio P. Cid
Universidad Católica de Córdoba
Las nuevas formas de escritura del policial argentino, en cuanto discurso ficcional, plantea en el caso de autores como es Guillermo Martínez, las marcas de migraciones de discursos que modifican la noción de novela policial que se tenía hasta el momento.
Nos proponemos abordar, en la novela Crímenes Imperceptibles, la utilización de discursos secundarios, como son el caso de los discursos de la esfera científica, y ver como van migrando a un discurso secundario como es el literario. En este caso nos estamos refiriendo a discursos de la matemática y de la física como lo son el teorema de Gödel y la noción de fractales que forman parte de la construcción de la novela. Cuando hablamos de género lo hacemos desde una perspectiva sociocrítica la cual mira esta categoría desde un punto de vista discursivo. En este sentido, el género sería el conjunto de principios, indicadores y hábitos que norman un campo determinado del discurso, del polo de la escritura al de la recepción.
El sistema de los géneros determina de una manera específica las prácticas literarias, tanto en el plano de la emisión como en el de la recepción. Éstos marcan directivas que no son indicaciones incoherentes, sino que parten del supuesto de que la aplicación de las mismas engendrará un texto coherente y, en el momento de la recepción, una lectura coherente. Cuanto más diversificado está un género interiormente (es decir, cuantas más variedades abarca), más complejo es en sus realizaciones textuales, ya que supone el surgimiento de estructuras diferentes.
Dado que nos proponemos abordar las distintas vinculaciones que realiza el autor en la novela con otros saberes, seguiremos la teoría de los géneros discursivos de Mijaíl Bajtín.
Partiendo de la noción de enunciado Bajtín distingue el contenido temático, la organización estructural y los diversos recursos léxicos y gramaticales de la lengua, lo que implica que se pueden encontrar enunciados elaborados en cada una de las esferas de la praxis social y que constituyen la trama más profunda de su constitución estética. Esto nos lleva a pensar que en la actualidad el estudio del discurso, y en particular del discurso literario, no puede ser pensado sino desde la interdisciplinariedad, concebir la obra literaria como un sistema dinámico en el que se están moviendo constantemente distintos enunciados que son parte de la “arquitectónica de la novela” y que trabajan tanto en la conformación de la estructura como en la del contenido.
I
Lo primero que debemos tener en cuenta al momento de abordar el caso en particular de Guillermo Martínez es dejar en claro algunos elementos que son propios del discurso literario policial.
En primer lugar la novela policial se plantea desde un primer momento como un discurso que tiene como centro el delito lo cual señala Josefina Ludmer cuando hablamos de un delito si bien es en el sentido de quebrantamiento de la ley, también se está quebrantando el orden de una sociedad o cultura a lo cual ésta va a actuar de forma tal de reestablecer dicho estado de tensión.
“Desde los comienzo mismo de la literatura, el delito aparece como uno de los instrumentos más utilizados para definir y fundar una cultura: para separarla de la no cultura y marcar lo que la cultura excluye.”
Más adelante señalará que el delito funciona como una frontera cultural, que separa la “cultura” de la “no cultura”, que separa cultura y que funda líneas dentro de una cultura. El delito sirve para “fundar conciencias culpables y fábulas de fundación y de identidad cultural”
Esta frontera que define no es una frontera fija sino que va cambiando, es decir los delitos mutan en un tiempo y espacio determinado y afecta a las distintas esferas de las prácticas sociales como son la política, la religión, la economía, y que se la puede ver en todas estas áreas y también atravesándolas.
En las ficciones literarias se puede leer el delito como”una constelación que articula delincuente y víctima, y esto quiere decir que articula sujetos: voces palabras, culturas, creencias y cuerpos determinados. Y también articula la ley, la justicia, la verdad, y el estado con esos sujetos”.
Es decir según se represente en la literatura ese tejido entre los elementos mencionados, esta línea de demarcación puede funcionar dentro de una cultura, a su vez, puede servir de línea de escisión entre ciertos tiempos de esa cultura como también señalar distintos niveles o líneas. Estas están sujetas a quién diga YO en la configuración de delincuente, de víctima, de testigo; al igual que podremos encontrar distintas líneas de justicia o castigo que se apliquen a determinado delito, y estas dependerán de la relación que se establezca entre justicia y verdad las cuales son construcciones culturales, es decir que las mismas serán modificadas a lo largo del tiempo y en cada sociedad.
La lectura que se pueden hacer de estas relaciones nos sirven al momento de realizar una lectura entre la tensión que se produce entre los sujetos, las creencias, la cultura y el estado, y estas creencias no se presentan de forma sincrónica debido a que en más de una oportunidad las mismas arrastran otras temporalidades que datan de mucho tiempo y hasta siglos.
II
Una de las características más sobresalientes que tiene el discurso narrativo policial es el de tener dos elementos que se interrelaciones en el acto de la escritura que son: los elementos retardativos que lo constituyen aquellos discursos que fragmentan la historia narrada, y por otro lado la alteración del orden lineal, lógico causal interponiéndose en el hilo narrativo de la historia.
En nuestra obra podemos señalar que encontramos ambos elementos que se conjugan en el momento de la lectura de la misma.
En Crímenes Imperceptibles, Martínez interpola e interpela distintos discursos que van formando una especie de frontera en el campo hermenéutico de la lectura:
Al escritor no le interesa tanto mostrar cómo se resuelve el misterio, sino, que operaciones mentales, lógicas, se realizan por parte de los personajes.
En cuanto a la trama nos encontramos con un joven matemático argentino que viaja a Oxford para realizar una especialización en Lógica y por una cuestión del azar se encuentra envuelto en una serie de crímenes que junto con Seldon, profesor de Lógica de la Universidad de Oxford, deberán resolver para no quedar inmersos en los mismos.
A medida que avanza la trama vemos que el discurso novelístico se va cruzando con discursos de otras ciencias, como es el de la matemática o el de la lógica.
Desde la matemática se incorpora el teorema de la Incompletitud de Gödel, el mismo se relaciona con el concepto de verdad y la posibilidad de poder demostrar la misma; es decir, que ningún sistema axiomático es totalmente cerrado, sino que siempre está abierto, llevándolo al campo de la verdad o la justicia, existirían ciertos enunciados que sería imposibles demostrar su verdad o falsedad.
A este teorema le agregamos el principio de incertidumbre de la física cuántica y obtenemos que el problema no radica en el análisis de los grandes sistemas, sino que se va complejizando en la medida que se analicen sistemas más pequeños como los subatómicos donde van a ir apareciendo distintas paradojas lógicas, en síntesis todo es una cuestión de escalas.
“Los enunciados indecidibles que había encontrado Gödel debían corresponder a una clase de mundo subatómico, de magnitudes infinitesimales, fuera de la visibilidad matemática habitual. El resto fue definir la noción adecuada de escala. Lo que probé básicamente, es que si una pregunta matemática puede formularse dentro de la misma ‘escalas’ que los axiomas, estarán en el mundo habitual de los matemáticos y tendrá una demostración o una refutación. Pero si su escritura requiere una escala distinta entonces corre peligro de pertenecer a ese mundo sumergido, infinitesimal, pero latente en todos lados, de lo que no es ni demostrable ni refutable” (C.I.:66-67).
Esta cita nos refleja aproximadamente en qué campo nos vamos a estar moviendo en el momento de la lectura, es decir, Martínez nos lleva a recorrer un camino en el que la verdad, o un hecho, puede considerarse verdadero aunque aparentemente no lo sea; sino que la perspectiva desde la cual se lo enfoque o el sistema que se utilice para comprobarlo es el que va a determinar la validez del mismo.
Con esto , pondrá en tela de juicio el modus operandi de la policía y en general la criminología señalando dos errores fundamentales : por un lado que los investigadores se aferran a las evidencias físicas con las cuales se encuentran , y por otro, la adherencia a hipótesis simples cuando las evidencias físicas no las contradigan; esto sucede “No sólo porque la realidad puede ser naturalmente complicada sino, sobre todo, porque sí el asesino es realmente inteligente, y preparó con algún cuidado su crimen, dejará a la vista de todos una explicación simple, una cortina de humo, como un ilusionista en retirada” (C.I.:71)
De esta forma se pueden explicar los “crimenes imperceptibles” que dan título al libro y que suceden a lo largo de la historia, los mismos que a la vista de la policía son una serie de homicidios producidos por un asesino, lo son en la medida del razonamiento que se tiene en el momento de la investigación y de las evidencias físicas que van encontrando, a lo que hay que añadirle las hipótesis que se van elucubrando y aceptando por verdaderas por el hecho de que quiera creer que es un asesino serial y que por lo tanto debe encontrar crímenes a cada momento.
Un crimen imperceptible es “un crimen que nadie ve como crimen. Un crimen verdaderamente imperceptible, me di cuenta, no necesita ni siquiera ser un crimen” (C.I.:227), diría Seldom al finalizar la novela.
Otro de los discursos que pone en la mesa de discusión es el campo de la intelectualidad y la desgarrada competencia que se entabla en la academia para lograr ocupar un lugar como así mismo los sacrificios que puede llegar a realizar un investigador para lograr comprobar alguna hipótesis.
Otro corte que pone el escritor en la novela, que lo utiliza a modo de cronotopo, permitiendo una ubicación espacio temporal, es el momento en el cual fue demostrado el teorema de Fermat (Instituto Isaac Newton en la Universidad de Cambridge, 1995, por Andrew Wiles) y vuelve de manera reiterada al tópico de la competencia que se entabla para lograr un posicionamiento a nivel mundial en al ámbito académico.
La extensión de estos discursos que atraviesan la novela, obligan al lector a realizar una pausa en el proceso de lectura para poder sopesar la información, lo cual retarda lo principal que tiene una novela policial, que es el planteamiento de un crimen y su explicación. Es decir que funcionan a modo de interrupciones en la construcción de la trama haciendo que se produzca una desviación en la lógica narrativa.
III
Para ir uniendo los hilos que nos fuimos planteando y relacionarlos con el título; hablamos de una nueva novela policial en el sentido que los cambios que ha sufrido dentro de la tradición literaria argentina es la profundización sobre todo en el ámbito filosófico de lo que encierra el misterio, el crimen y sus procesos de resolución.
En síntesis si bien Martínez propone una novela que tiene en su base una serie de delitos y sus posibles soluciones hace migrar del campo científico los discursos de la matemática, los del campo académico construyendo otro relato que va marcando una frontera entre el discurso policial y el discurso científico. Esta doble tarea realizada es parte de la dualidad que realiza en su vida profesional: estar entre las ciencias duras y las letras.
Martínez en esta novela empieza a generar una nueva forma de construir el discurso policial que sin distanciarlo de su génesis en el que se lo relacionaba con la emergencia de la sociedad de masas en el siglo XIX donde trataba de restablecer el orden y desenmascarar a los culpables ; o de ser en cierto modo una posible denuncia , como lo fue la novela negra en la década del 80 y 90 pasa a ser una novela que lleva al lector a cuestionarse sobre lo que es la verdad y los distintos procesos para su demostración ; al mismo tiempo es una forma de rever la noción de delito. Como último hay un concepto que deberíamos agregar y que está íntimamente relacionado con la forma compositiva de la novela: la idea de fractal, término acuñado de la matemática y posteriormente aplicado a otras ciencias que lo podemos definir como un objeto cuya estructura básica se repite a diferentes escalas; por un proceso recursivo o iterativo capaz de producir estructuras auto – similares a cualquier escala de observación. Es decir, los fractales, haciendo un uso metafórico del mismo, en este caso son los distintos sucesos y modalidades narrativas que construyen la novela. Nos estamos refiriendo a la estrecha relación que se establece entre los distintos hechos al nivel de la historia y de la circulación interna de los discursos anteriormente mencionados lo que nos remite a la novela como un sistema complejo de discursos sociales.
El éxito de la investigación está puesto en el conocimiento que tiene el detective de los códigos que rigen la sociedad en la que vive y que le permiten reconstruir los diferentes razonamientos de los criminales. Estos están ligados a los cambios que se producen dentro de la matriz social, cultural e institucional y por ende de la producción de nuevos discursos.
El género policial, sobretodo el de enigma, tiene pautas claras en cuanto a su construcción: personajes, trama, pacto de lectura, etc.
Martínez nos propone otro tipo de policial, vinculando otras clases de saberes disciplinarios dentro del mismo. El autor señala en uno de sus ensayos: De algún modo toda teoría es al fin y al cabo una ficción arrojada a la realidad con la posibilidad de encontrar una correspondencia verosímil.(Martínez, 2005:228)
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