P. ¿Cómo surge La Muerte Lenta de Luciana B?
R. En principio yo creí que sería un relato de unas 40 páginas, con el que pensaba finalizar un libro de cuentos, pero sólo la primera conversación, lo que escucha el narrador por la voz de Luciana, ocupó esa extensión. Me di cuenta entonces de que en realidad tenía entre manos una novela, pero aún así, y como siempre en mis textos, la escribí “frase por frase”, como si todavía fuera un cuento. Por eso digo que es como un policial abstracto, porque sólo está lo esencial. En cuanto a las ideas iniciales, me interesaba la cuestión de la justicia y la venganza, y cómo sería el castigo para alguien que pudiera actuar como un dios.
P. En algún momento del libro Kloster plantea que una novela negra más que formada por crímenes, está encadenada por conjeturas. Justamente eso parece ser La Muerte Lenta de Luciana B.
R. Del género policial yo tomo la característica que me parece más interesante, tanto para un lector como para un escritor: el hecho de que la lectura es necesariamente suspicaz y establece de inmediato otros niveles, la importancia de las entrelíneas y los sentidos y conjeturas en paralelo a la narración. Dejé deliberadamente los crímenes en segundo plano, me gustaría que se leyera más bien como una novela de ambigüedad, en la línea de los relatos de Henry James, sólo que hay crímenes en lugar de matrimonios.
P. ¿Qué te intereso a ti al escribir el libro? ¿Poner en entredicho al azar? ¿Calcular el posible impacto de la ficción en la realidad?
R. Me interesaba sobre todo el escalamiento de las represalias en los asuntos humanos. La frase del epígrafe resume esta cuestión: “Todo lo que choca en física sufre una reacción igual al choque, pero en moral la reacción es más fuerte que la acción”. Creo que tiene que ver con que el dolor pertenece al lenguaje privado, es decir, sabemos cuánto nos duele a nosotros, pero no podemos saber cuánto le duele al otro. Por eso quizá siempre hay algo de exceso en la represalia, para asegurarse de que el otro sufra al menos tanto como uno. Me interesaba también esa distancia que ninguna civilización ha conseguido resolver, entre el dolor particular de la víctima que ha perdido a un ser querido y la reparación siempre insuficiente que puede ofrecer la justicia.
P. ¿Qué te interesa del relato de misterio? Lo pregunto teniendo en cuenta que lo tuyo no novela negra pura.
R. Me interesa el suspenso, es algo siempre presente en mis novelas. Yo concibo a la literatura como un arte de ilusionismo, en donde los materiales a primera vista inocentes e intercambiables del principio de la narración se transmutan en algo diferente por imperio de la seducción y la magia de la literatura. Me interesa que haya alguna forma de enigma, algo por descubrir, a medida que avanza la novela.
P. Según leí, en esta novela recordaste una polémica literaria real que tuviste con el crítico de tu país Damian Tabarovsky. ¿Por qué decidiste ubicar al protagonista de la novela justamente en la posición que criticaste?
R. En la novela es fundamental la cuestión del azar y la causalidad como una de las formas o figuras posibles del azar. Me interesó entonces que también las estéticas contrapuestas de los escritores tuvieran esa tensión entre azar y causalidad. Y sobre todo la paradoja irónica de que el escritor “modernista” que trata de simular el azar en sus novelas, se sienta forzado a buscar una respuesta causal y un asesino detrás de las muertes. A la vez, que el narrador sostuviera todos los clichés “vanguardistas” me permitió hacer luego una discusión más allá del sentido común sobre el azar y también, más adelante, la vinculación con el fuego como último manifiesto artístico,la forma que consume todas las formas.
P. ¿Crees que esa polémica sigue siendo actual en el panorama de hoy de la literatura argentina?
R. Creo que es una polémica condenada a volver, como una calesita. Basta leer las crónicas de Bustos Domecq para reencontrar ya en esa época una por una las ideas que se esgrimen hoy como “novedosas” y la manera en que Borges y Bioy ironizaban sobre ellas. Como ha dicho Pablo de Santis, todo cambia en este mundo, menos las ideas vanguardistas. Hay por supuesto una base justa en el surgimiento de esta clase de crítica formal: que la literatura es esencialmente retórica, artificio, y estas retóricas se desgastan y revelan sus formas y mecanismos con el paso del tiempo, y con ello pierden su poder expresivo original. Por eso yo comparto con el espíritu vanguardista la búsqueda y la necesidad de originalidad. Sólo señalo que esa originalidad no puede buscarse ya en las recetas modernistas que cumplen cien años, o en programas puramente formales, con teorías de las que no pueden darse ejemplos.
P. Supongo que la pregunta es obvia, pero sigue siendo válida. ¿Quién ocupa el lugar de Kloster en la literatura argentina actual?
R. Kloster es un personaje de ficción. Y también el narrador, que lo envidia por su éxito. Hay que tener en cuenta que es una novela, y yo exageré malignamente algunas cosas. En mi país una rivalidad así sería en realidad impensable, los escritores nos amamos los unos a los otros, el éxito de uno alegra a todos, y nos mandamos tarjetas cariñosas de fin de año.
P. Entiendo que la versión cinematográfica de Crímenes Imperceptibles (Los Crímenes de Oxford) de Alex de la Iglesia está por estrenarse.. ¿Has podido ver algo de la película? ¿Cómo fue tu relación con la producción?
R. Pude ver la película, me gustó mucho, sigue con bastante fidelidad las líneas principales de la novela, las actuaciones son sobresalientes, y tiene el ritmo arrollador de todas las películas de Alex de la Iglesia. No participé en el guión, y sólo hice un par de comentarios al borrador inicial.
P. ¿Qué esperas de la película? ¿Te interesa ese destino para tus novelas?
R. Estoy seguro de que tendrá mucho éxito, y espero que algunos de los espectadores se interesen también por la novela. Nunca escribí ningún relato o novela pensando en una posible adaptación cinematográfica, ni siquiera imaginaba que algo así pudiera pasarme alguna vez. Por supuesto que me interesa que lleguen al cine, en la medida en que las propuestas sean serias. De todos modos, creo que el destino final, la aspiración más alta para un escritor es la lectura y el reconocimiento de sus libros.
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