Artículo "Breves monstruos de la imaginación, renovados", publicado en ADN, La Nación, febrero 2014. Por Martín Lojo.
Desde los comienzos de la literatura vernácula, los relatos ocuparon un
lugar central que se consolidaría, en la centuria pasada, con figuras de
la talla de Borges, Cortázar o Bioy Casares. Hoy esa tradición
encuentra nuevos autores que apuestan por la originalidad para
revitalizar un género en crisis, que se redefine de manera permanente.
Guillermo Martínez
"Un mundo autónomo"
Lo primero que cuenta para mí al concebir una historia es lo que llamo el momento de torsión, en que el núcleo del relato, como en el giro de un prisma o como en un acto de ilusionismo, se revela de una manera diferente y hasta imprevisible respecto de la puesta en escena inicial. No es necesariamente, como en la teoría de Piglia, una segunda historia que emerge, sino más bien que en el detenimiento que impone la ficción, bajo su lupa de aumento, la historia revela de sí, con sus elementos hasta allí dispuestos, algo inesperado, un segundo orden más íntimo y verdadero. En cuanto a la ejecución, hay algunas elecciones formales que sostuve en el tiempo: el cuento como forma concentrada, como mundo autónomo; la preferencia por la intensidad y la tensión versus la laxitud y la dispersión; el suspenso como inminencia de un segundo mundo que extrema lo real hacia distintos bordes de lo inconcebible.
Lo primero que cuenta para mí al concebir una historia es lo que llamo el momento de torsión, en que el núcleo del relato, como en el giro de un prisma o como en un acto de ilusionismo, se revela de una manera diferente y hasta imprevisible respecto de la puesta en escena inicial. No es necesariamente, como en la teoría de Piglia, una segunda historia que emerge, sino más bien que en el detenimiento que impone la ficción, bajo su lupa de aumento, la historia revela de sí, con sus elementos hasta allí dispuestos, algo inesperado, un segundo orden más íntimo y verdadero. En cuanto a la ejecución, hay algunas elecciones formales que sostuve en el tiempo: el cuento como forma concentrada, como mundo autónomo; la preferencia por la intensidad y la tensión versus la laxitud y la dispersión; el suspenso como inminencia de un segundo mundo que extrema lo real hacia distintos bordes de lo inconcebible.