Entrevista blog Boquitas pintadas sobre Yo también tuve una novia bisexual, 2011

Publicado en Boquitas pintadas con el título Yo también tuve una novia bisexual, por Verónica Dema, 2011.

-Sentí las sacudidas en tu espalda, y que me apretabas. Pero los varones nunca estamos demasiado seguros sobre los orgasmos de las chicas. Ustedes siempre tienen a la vista la evidencia material, nosotros…nos tenemos que conformar con los indicios.
-Pero no. Justamente. Si tenías los dos dedos hundidos hasta acá –me dijo. Tendrías que haberlo sentido dentro de mí, como olitas.
Me recosté sobre un codo, intrigado, para mirarla a los ojos y vi que enrojecía un poco bajo mi mirada.
-Sí, es verdad, a veces se siente así. ¿Pero cómo lo sabés? ¿Llegás tan hondo a masturbarte? ¿O acaso…?
Rió, y enrojeció más, como si hubiera quedado al descubierto.
-Sí –aceptó-: tuve una novia.

El escritor Guillermo Martínez lee un tramo de su última novela: “Yo también tuve una novia bisexual”. Es la antesala de una entrevista distinta a las que hacemos siempre, con la paradoja de ser aparentemente menos íntima porque estamos en el estudio de radio de La Nacion (LNRadio) conversando en vivo en Internet, rodeados de micrófonos y con la custodia de dos cámaras; pero que, sin embargo, tiene un clima de cercanía como para hablar sin tapujos, desprejuiciadamente.

Me gustaría compartir el video en el que Martínez sintetiza de qué trata el libro, por qué lo escribió en este contexto histórico que vive la Argentina post matrimonio igualitario, sus expectativas de recepción entre sus lectores. “Aún no recibí críticas”, dirá sobre el final. “Seguramente, después de publicado en el blog me enteraré de cómo lo toma la comunidad homosexual”.
Su principal miedo en este sentido -reconoce Martínez-, son las mujeres lesbianas. En su novela una de las protagonistas rompe con el canon de “lesbiana maravillosa” y es un ser bastante desagradable, violento. “De todos modos, pensé que el tema de la diversidad sexual está lo suficientemente maduro como para saber que no todos los gays tienen que ser divertidos, ni que las chicas lesbianas tienene que ser todas maravillosas”, provoca.
¿A ver qué les sugiere el video? Luego, los convido a leer la entrevista completa con el escritor. Como tercera opción, los invito a leer el libro.



¿Por qué incluir la bisexualidad?
Me pareció que era una buena manera de tener, por un lado, un elemento exótico en la relación, cierta extrañeza que aparece con ese costado de la alumna de la que el profesor se enamora. Además, era muy importante para el final, para la tragedia de la chica. Me interesaba mucho mostrar que el narrador ve un modo de ser de la chica que nadie vio antes ni verá después. Es como si la relación con ella cambiara durante un tiempo sus predilecciones y fuera para él diferente a lo que fue antes y a lo que será después. Esa especie de amoldamiento que a veces se pone de manifiesto en una relación.

¿La sociedad argentina está más abierta a leer este tipo de historias?
Por supuesto. El matrimonio igualitario es el fin de un largo proceso de apertura que en la literatura, en las artes se había dado desde hacía bastante tiempo. Creo que en los ‘90 hubo una especie de explosión del tema de la diversidad sexual, la literatura gay, lesbiana, la aparición de travestis en la TV pública; es decir, había casi una saturación de esa temática en programas de televisión y, por eso, mi libro tiene un título con una ligera ironía: “también”, como para bajar un poco los decibeles de extrañeza que pueden producir las distintas elecciones sexuales e ironizar también sobre aquellas novelas donde lo central es el descubrimiento de una sexualidad un tanto diferente.

Los autores que escribieron sobre sexualidad, ¿fueron considerados menores?
Hasta fines del siglo XIX la literatura erótica tendría quizá el mismo status que el cine porno respecto al cine en el mundo contemporáneo. Era una literatura de un submundo que se escribía en paralelo y a veces por los mismos autores, pero tenía cierta clandestinidad entonces quedaba asociada a un submundo de lo mirado de costado, de lo oculto. No tenía el reconocimiento o el resplandor institucional que podían acoger  las otras literaturas. Sin embargo, hay obras que son extraordinarias desde el punto de vista literario y que todavía existen.

¿Existe una literatura gay? ¿La escriben sólo gays?
Sí, apareció como una de las novedades de la década de los 90. Yo en alguna reseña me extrañaba un poco de esta literatura de ghetto porque es una literatura que tendría cierta libertad para expresarse, alzarse pero parece seguir eligiendo la librería del ghetto. En ese sentido, hay escritores que escriben casi únicamente sobre relaciones homosexuales y de algún modo con guiños para su público. Creo que esa es una más de las divisiones del mercado de la literatura.

¿Qué expectativas tiene de la recepción del libro entre lesbianas?
Eso es algo de lo que más me intrigaba. De los personajes, la protagonista, Jenny, intenté que fuera una chica adorable, encantadora. En la novela ella es el personaje central, pero tiene una ex novia que es lo que en EE.UU. se llama una butcher, una mujer grandota, muy corpulenta y un poco bruta. Parte de la novela tiene que ver con esa atracción que siente Jenny por mujeres que son así. Pensé mientras la escribía: ¿qué tal la recibirán las chicas lesbianas? Finalmente decidí que el tema de la diversidad sexual está lo suficientemente maduro como para que no todos los programas de televisión tengan que sentir como obligación que el gay sea divertido, sofisticado, inteligente, ocurrente ni que las chicas lesbianas tengan que ser todas maravillosas.

¿Qué comentarios recibió?
Esperaba que acá me dijeran alguna cosa, por ahora no tuve lecturas que yo sepa de sectores gays.

Sobre géneros literarios y sexuales: ¿hay alguna relación?
El policial, por ejemplo, atrapa a ambos géneros. Pero sin duda la novela romántica está más vinculada al público femenino y la de aventuras está dirigida a un público masculino.

¿Hay un deseo sexual (psicoanalíticamente hablando) que se satisface en ese tipo de lectura?
Creo que tiene que ver con ciertos roles tradicionales que se van reproduciendo en el tiempo y en que los padres instan a los hijos para ciertas actividades y a las hijas para otras. Entonces, los abuelos regalan algunos libros, algunos juguetes y se van potenciando esos andariveles. Quizá ya haya algo prestablecido en la infancia, pero sobre eso se monta una cantidad de cuestiones culturales que tienden a fijar esos roles.

¿Va a seguir escribiendo sobre estos temas?
Esta novela era el último cuento de una serie de relatos sobre sexo y muerte que estoy escribiendo desde hace varios años. El reino de la posición horizontal, se va a llamar y ese debería ser mi próximo libro. Pero no estoy tan seguro porque esta novela está teniendo bastante éxito y no quiero, estoy saliendo de una etiqueta que era el escritor de novelas policiales y no quiero caer en otra que sea el escritor de lo sexual. Pero es cierto que tengo un montón de cuentos que tienen que ver con este tema.

Recién hablábamos de los ghettos: ¿Te parece como decía Puig que la homosexualidad no existe?
Creo que entre los seres humanos están rodas las opciones, pero hay algunas que tienen un público muy característico y reconocible. Creo que existen todas las variantes intermedias de aquellos que sólo eligen hombres, de aquellos que eligen hombres y mujeres, o igualmente con las chicas. Pero es verdad que hay características del mundo gay que son la base donde luego se montan estudios sociológicos para armar un mapa como target para una cantidad de cuestiones del mercado. Evidentemente se va conformando algo así como una identidad, pero yo lamento que eso vaya a encerrarse en una literatura autoreferencial. Me parece, como decíamos antes, que se puede traspasar la cuestión sexual y convertirse en un relato para todos.

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