Sobre Witold Gombrowicz, mayo 2016

Entrevista de Nicolás Hochman a 80 escritores de todo el mundo, para un futuro libro.

1.  ¿Cómo te enteraste de que existía un autor llamado Witold Gombrowicz?
A través de mi padre, que leyó inicialmente Ferdydurke y me lo pasó como un libro “difícil y diferente”.

2.    ¿Cómo y por qué empezaste a leerlo?
En esa época yo estaba recién llegado a Buenos Aires y se publicaron varios de sus libros en Seix Barral, en cada viaje que hacía a Bahía Blanca mi padre me encargaba uno  y yo los leía antes de llevárselos.

3.    ¿Qué cambió, con los años, en tu manera de acercarte a su obra?
Valoré y descubrí (o creí descubrir) una cantidad de cuestiones, como la recurrencia de menciones y procedimientos de la dialéctica.
Leí además luego sus Diarios, que me agregaron una dimensión filosófica muy personal y aguda en varios temas, por ejemplo, sus reflexiones sobre por qué Hitler se impuso de manera tan arrasadora. O los límites de la compasión en su parábola tragicómica sobre los escarabajos en la arena. Releí no hace mucho otra vez casi todas sus novelas y volvió a deslumbrarme, como una gran personalidad literaria y un escritor verdaderamente original, la categoría quizá más difícil en literatura. Es también un buen ejemplo de que se puede también en nuestra época “escribir contra todo lo escrito”.

4.    ¿Qué lugar creés que ocupa Gombrowicz en tu país? Si vivís en un país diferente al de tu nacimiento, por favor respondé por ambos.
Es por ahora sobre todo un escritor para escritores, o para lectores muy atentos.

5.    ¿Cuáles de sus libros son los que más te marcaron? ¿Por qué?
Cosmos, sin dudas. Me parece su mejor novela. Es, tal como se lo planteó él,  una novela tanto policial como filosófica, pero donde el crimen se crea de la nada, por el puro frotar e insistir  de una  investigación en el vacío. Una idea maravillosa.

 6.    ¿Es un autor para leer siempre, o es mejor hacerlo en un momento específico de la vida?
Creo que él es a la vez joven y viejo (eternamente joven y eternamente viejo). Y que valdría la pena leerlo al menos dos veces, en esos extremos.  Yo espero reencontrar todavía sus libros en varios futuros.

7.    ¿Por qué es importante leerlo?
No sé si “importante” a la manera de la historia de la cultura universal o los programas académicos, Gombrowicz pertenece a una categoría para mí mucho más elevada: la del escritor con desparpajo que crea un mundo propio. Y por añadidura, divertidísimo. 

8.    ¿Cuáles son, para vos, sus aportes más destacados a la literatura?
Los tiene casi en cada página. Más allá de los obvios y consabidos (el tratamiento de la dualidad juventud-madurez, el rescate de lo infantil y la cuestión de la forma atrofiada, la facha, etc), a mí me interesaron mucho los elementos de dialéctica y el tratamiento de opuestos y contradicciones en sus libros y su pensamiento. Ver Gombrowicz, escritor de la dialéctica. Pero también, la utilización personal de los signos de admiración y mayúsculas, los principios de sus novelas, la forma de arrancar materia narrativa de la nada, por el puro sostenimiento de la mirada, la atmósfera de sordidez y secretismo de los personajes, la valorización de la risa y el humor, etc, etc.

9.    ¿De qué manera sus textos pueden ser útiles para reflexionar en torno a la política, la economía, la sociedad, la cultura, lo cotidiano?
Toda su discusión sobre el ascenso del nazismo me parece tremendamente acertada. Los porqué y los cómo pudo ser de las matanzas (las de ayer, las de ahora, las próximas) para mí están condensadas en su explicación de la conjugación del mal: yo mato porque tú matas porque él mata porque ellos matan. El imán más poderoso de la conducta humana es la igualación de la norma.  Es también muy convincente su idea, afín al existencialismo, de que lo que domina y define a los seres humanos son las relaciones interpersonales, sobre todo, la tensión entre el individuo y lo que se pretende de él socialmente. En cuanto a los demás temas, también hay hallazgos maravillosos de crítica y pensamiento en sus Diarios. Sus novelas, en cambio, son “útiles” sólo en aquello en que puede ser útil una gran novela: para  recordar que el mundo de la ficción puede ser tanto o más vívido e intrigante que éste.  


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