Guillermo Martínez,
ganador del I Premio de Cuento García Márquez, comienza esta serie de relatos
de verano e invita a los lectores a continuar esta inquietante historia.
Un cadáver exigente
Estaba recién mudado y pronto había advertido
que la alfombra raída de la sala ocultaba un piso todavía más difícil de
mostrar. Por eso no me sorprendí tanto
cuando dos hombres bajaron de un camión a mi puerta una alfombra
enrollada, fuertemente atada en los extremos: supuse que había sido una
cortesía o un remordimiento del propietario. Cuando los hombres se fueron corté
el hilo de los bordes y al desplegar la alfombra rodó, o debería decir, se
reveló a mis pies, el cuerpo de una mujer joven, desnuda, indudablemente
muerta. Aún así, pensé con tristeza, era un cadáver exquisito.