A los
20 años, antes de que terminara su licenciatura en Matemática, Guillermo
Martínez ganó un concurso literario con sus cuentos, dato que ha ido
desapareciendo de las solapas de sus libros, donde ahora figura como inicio de
su carrera Infierno
grande, el libro de cuentos que obtuvo el premio del Fondo
Nacional de las Artes en 1989, cuando tenía 27. Desde entonces no ha vuelto a
publicar cuentos. Hasta ahora, que a los 51 vuelve al género con Una felicidad repulsiva,
que reúne 10 cuentos y una nouvelle.
–En
estricto sentido, es el primer libro de cuentos que publicás desde el principio
de tu carrera. ¿Cómo te sentís frente a eso? Si aquellos cuentos marcaron el
comienzo, ¿qué pueden marcar estos?
–Recién en el año
2000, cuando escribí “El I Ching y el hombre de los papeles”, volví a pensar en
la posibilidad de un nuevo libro de cuentos. Creo que hay cuentos que son para
uno mismo basales, que fundan y empiezan a configurar un libro. En los años
siguientes, de manera muy esporádica, escribí otros cuentos, en registros muy
distintos entre sí. El segundo cuento para mí importante fue “Una felicidad
repulsiva”. Después logré terminar “Una madre protectora”. Sentí entonces que
ya tenía las piezas principales de un nuevo libro. Pero quise escribir uno más,
que tenía anotado desde hacía muchísimo tiempo: “Un gato muerto”, y que terminé
con el libro casi impreso. Cuando finalmente los reuní a todos, habían pasado
más de 10 años. Sobre la diferencia con los cuentos de Infierno grande, yo
creo que en este libro hay una mayor madurez expresiva y formal, más recursos
narrativos. También: aparecen los hijos. Posiblemente hay más desolación. De
todas maneras, incluí también un cuento que escribí a los 25 años (y que había
descartado para mi primer libro). Los lectores podrían tratar de adivinar cuál
es, para comprobar si hay tantas diferencias. Creo que esos cuentos de mi
primer libro eran más “descarnados”, tenían esa cualidad “esquelética” de la
que habla Abelardo Castillo. Los cuentos que escribo ahora tienen en general algo
del aliento, la ropa y el tempo de la novela.