Una experiencia que reune a la literatura y a la
medicina en una extraordinaria colección de relatos sobre enfermedades
mentales.
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ÍNDICE
Introducción
- Dr. Facundo Manes
Prólogo
- Dr. Daniel Flichtentrei
Relatos
El sentido de las palabras - Ángela
Pradelli
Filiaciones - Ariel Magnus
Claro y contundente - Claudia Piñeiro
El editor maldito - Oliverio Coelho
Fantasmas del futuro - Esther Cross
Una madre protectora - Guillermo Martínez
Fin de semana - Sergio S. Olguín
El único órgano que puede
estudiarse a sí mismo - Carlos Chernov
La mujer que era sombra - Mariana Enriquez
Apéndice
Notas
sobre los escritores
Notas sobre las enfermedades
Las ciencias y las humanidades han tenido poco contacto entre sí durante
demasiado tiempo. Los malos entendidos, los equívocos y la mutua ignorancia han
sido algunos de los obstáculos para encontrar un espacio de intercambio
fecundo. A lo largo del último siglo las ciencias se convirtieron en el ámbito
de creación de nuevas ideas, de metáforas novedosas y de paradigmas
alternativos para pensar al mundo y a la condición humana.
El vertiginoso desarrollo del conocimiento ha llevado a muchos investigadores
a plantearse la necesidad de reflexionar acerca del sentido de su tarea y de
encontrar respuesta a las preguntas fundamentales del hombre. ¿Qué somos?,
¿cómo pensamos o tomamos decisiones?, ¿qué nos permite conservar la razón o nos
hace perder el juicio? Hasta hace poco estas cuestiones eran abordadas por
filósofos, artistas o líderes religiosos; ahora las neurociencias emergen como
una nueva herramienta para aportar su punto de vista complejo y
multidisciplinar. Sus hallazgos a veces cuestionan la tradición en la que hemos
sido educados. O contradicen, no sólo lo que creíamos, sino lo que quisiéramos
creer.
Algunas personas hemos sentido la necesidad de establecer vínculos entre
disciplinas. Teníamos preguntas, dudas, perplejidades que nuestros
conocimientos específicos no podían resolver. Primero organizamos una serie de
encuentros convocados por un verbo: “Comer”, “Pensar”, “Amar”, “Morir” a los
que invitamos a personas con diferentes marcos teóricos sin más consignas que
la propia palabra. Pasaron por allí: médicos, neurocientíficos, filósofos,
escritores, antropólogos, historiadores, poetas, músicos, cocineros,
sacerdotes, monjes budistas.
Una reunión poco frecuente, un experimento exitoso
Hace poco más de un año se nos ocurrió una loca idea. ¿Por qué no reunir a
un escritor con un experto en enfermedades neuropsiquiátricas? El profesional
debería trazarle al narrador -desde de la perspectiva científica- el perfil de
una persona con una patología mental. El escritor tomaría esa información para
crear un relato literario. Ir desde la historia clínica a la historia de vida.
Desde la biología a la biografía. Encarnar el conocimiento disponible en
personas reales o imaginarias. Nos proponíamos contribuir a desarticular el
estigma que pesa sobre este tipo de patologías. Pero, fundamentalmente, abrir
las puertas a un diálogo que hasta entonces las había tenido cerradas.
Propiciar el encuentro entre personas con formación científica con otras procedentes
del arte.
Sabíamos que apenas alguien se asoma por fuera de su propia disciplina
encuentra visiones del mundo contradictorias. Que existe una inercia que tiende
a preservar identidades a cualquier precio y a escapar de todo cuanto las
interpele. El intelectual de nuestros días debería ser un anfibio capaz de
sobrevivir en ambientes diversos. Ya no es posible pensar el mundo sin las
descripciones densas de la ciencia ni encontrar un sentido a la experiencia de
vivir sin la sensibilidad y los valores de las humanidades. Hay puentes que
empiezan a construirse. Alguien debería tener el coraje de atravesarlos.
Los médicos necesitamos no sólo “explicar” sino “comprender”
lo que les pasa a nuestros pacientes. La literatura no remplaza a la medicina
pero es un modo fantástico de hacernos mejores médicos. Nos dota de
sensibilidad para escuchar historias y para contarlas. Nadie entiende algo que
no puede representarse. La dimensión metafórica y la somática transitan juntas.
Son inseparables. Objetividad y subjetividad no sólo no se oponen sino que se
autoimplican. Aunque, claro, no es lo mismo dejar de lado la objetividad de la
ciencia para acceder a la subjetividad de los individuos que no haberla tenido
nunca.
Una experiencia innovadora y "loca"...
El sentido común nos decía que era una empresa imposible. Pero nosotros
nunca confiamos en él. Lo pensamos mucho, anticipamos las posibles
dificultades. El lenguaje no compartido, el rigor del método de la ciencia
versus la libertad del creador, los prejuicios mutuos, los egos exasperados. La
versión ingenua acerca de las enfermedades mentales que suponíamos tendrían
muchos escritores. Los largos años de psicoanálisis que suelen cargar sobre los
hombros las personas de la cultura en nuestro país. Era una locura. Por eso nos
lanzamos con alma y vida a concretarla. Llevar este proyecto a la práctica nos
demostró que teníamos razón y que estábamos equivocados.
Nuestra propuesta fue recibida con interés y entusiasmo por un grupo de los
más destacados neurocientíficos y escritores de nuestro país. Todos se
identificaron con el desafío y se dispusieron para el trabajo. Una editora
heroica, Amalia Sanz, nos guió en ese laberinto. En la mayoría de los casos las
barreras se superaron con buena voluntad y tolerancia. Aunque también hubo
conflictos, controversias y hasta fugaces enojos personales. Fue muy
emocionante participar de la cocina de estos textos. Asistir al incesante flujo
de sugerencias y modificaciones entre especialistas en salud mental y
narradores. Hubo intercambio, acuerdos y discordancias, pero todos salimos
enriquecidos de la experiencia.
Las enfermedades mentales y las falsas creencias
Respecto de las enfermedades mentales circulan creencias que resultan
verosímiles y que confirman nuestras creencias previas pero que también son
falsas o que no han logrado hasta el momento superar la contrastación con la
realidad empírica. La disputa entre las determinaciones biológicas o sociales
de la conducta humana ya no tienen sentido. Las neurociencias han puesto de
manifiesto la estrecha relación entre al ambiente y el organismo como un
sistema abierto en permanente interacción con su circunstancia y con su
historia. Somos el producto de un complejo bucle recursivo de causas y efectos.
Sin embargo persiste una desconfianza anacrónica hacia todo lo que vincule al
cerebro con los pensamientos o el comportamiento de las personas.
Hemos obtenido un conjunto de textos de alto valor literario producto de una
experiencia inédita. Estamos muy felices y satisfechos con el trabajo realizado.
Ahora el libro llegua a sus lectores. Es la hora de la verdad. Desde este
momento ustedes tienen la palabra y nosotros nos llamamos a silencio.