Publicado en Clarín, con el título Tesoros hallados en la Biblioteca del Maestro, agosto 2012.
Por una derivación
imprevista de una novela que escribo, quise leer las investigaciones de Jean
Piaget sobre la formación de la inteligencia en los niños. ¿Dónde encontrar sus
libros, que son decenas y decenas, medianamente reunidos, para seguir la pista
que me interesaba? El oráculo de internet, interrogado, señaló de inmediato la
Biblioteca del Maestro, con 76 títulos. Allí fui y con sólo mostrar mi
documento me fue franqueada la entrada al santuario.
No diré nada sobre la
serena majestad de esta biblioteca, porque ya lo dijo todo Borges en el prólogo
de El Hacedor. Todavía, en un tiempo
conservado mágicamente, “se perfilan los rostros momentáneos de los lectores, a
la luz de las lámparas estudiosas”. En un anaquel de un entrepiso, pacientemente
ordenados por un bibliotecario longevo, o quizá por generaciones de
bibliotecarios, estaban todos los libros que buscaba. Los fui llevando de tres
en tres a una de las mesas. Pasaron las horas, y cuando fui a devolverlos me
salió al paso, dejado junto a mi pila por algún otro lector, como una clave que
no debía desatender, un libro de una belleza imperiosa: Las maestras de Sarmiento. Leí hasta que se hizo de noche esa
historia al borde de lo fantástico, con heroínas y mártires, y con algo de
tragicomedia, que cuenta con rigor y sutileza Julio Crespo. El pequeño milagro
que acababa de experimentar: que aún exista una biblioteca así, que hubiera
encontrado reunidos los libros de un autor suizo a lo largo de un siglo, dependía,
comprendí entonces, de otra serie de prodigios: que un hombre de nuestro país
en guerra concibiera la idea de que el principio de todo era la educación de
los niños. Que se hubiera encontrado en un viaje con Horace Mann y su esposa
Mary Peabody, los pioneros infatigables de la educación pública en los Estados
Unidos. Que al llegar a la presidencia ese hombre no se olvidara de aquella
primera convicción y luchara por traer el grupo inicial de maestras
norteamericanas para fundar la educación pública. Sarmiento, Mann, Peabody,
Piaget. El milagro ininterrumpido.
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